Es un error que Pensión 65 termine siendo un programa social dentro del futuro Ministerio de la Inclusión. Peor, focalizar en pobres extremos sobre la base de los programas Juntos y Gratitud. Y encima, comenzar por cuatro regiones.
Eso desnaturaliza la pensión no contributiva, y termina diluyendo la propuesta electoral de Humala. La del spot publicitario, en el que una señora que vende golosinas en un puesto callejero autorizado, agradece a Ollanta porque a los 65 va a tener su pensión. Los que trabajaron toda su vida de manera independiente y no pudieron aportar por fallas en el sistema, tendrían protección hoy. Esa era la idea.
Porque estamos frente a un problema pensionario. No de pobreza. Por eso su canal natural es el Sistema Nacional de Pensiones, y no los programas sociales.
Tan simple como que la Oficina Nacional Previsional (ONP) reciba una solicitud de un mayor de 65 años que no tenga jubilación pública, ni privada, ni vaya a tenerla; que no posea ninguna renta acreditada por la Sunat; y que resida en el país tres años antes del trámite. Y ya está; la ONP califica la solicitud, hace control de calidad, y la pensión estaría lista para otorgarse. Tal cual, el Proyecto de Ley 04213/2010, presentado por los propios nacionalistas en el Congreso pasado.
Pero los economistas que creen saberlo todo, pero que del derecho a la pensión no saben nada, insisten con que la universalización de este tipo de pensiones nos llevaría a la quiebra. No comprenden que debe de ir de la mano con una política agresiva para que los independientes aporten obligatoriamente y con ello alejen al fantasma del déficit fiscal. ¿O acaso es difícil que emolienteros, canillitas, bodegueros o vendedores autorizados en las mismas esquinas de siempre, puedan aportar? Es cuestión de ordenar la casa.
La Pensión 65 de la Gran Transformación planteaba una reforma integral del sistema pensionario: un régimen contributivo obligatorio y de ahorro colectivo para obtener una pensión básica, pero decente; un régimen voluntario de ahorro individual para un ingreso adicional; y un régimen no contributivo para aquellos que por diversas razones no pudieron aportar. Todo universal, como es la naturaleza de una pensión.
Y la progresividad planteada en campaña, establecía que en 2012 se atendería a todos los mayores de 75 años sin pensión; en 2013 a todos los mayores de 70; y en 2014 a todos los mayores de 65.
Pero vino la Hoja de Ruta y desde ahí se empezó a hablar de focalización, y una vez ganada la elección ya era un programa social para pobres extremos. Lamento decir que, si esta lógica termina por ganar, muchas familias se desilusionarán y el primer costo se verá en la popularidad presidencial.
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