domingo, 29 de julio de 2012

Cuidado con el MEF en Unasur

El primer año de gobierno nacionalista coincide gracias a la danza de la realidad, con el turno peruano en la presidencia pro témpore la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur).
Lo que debía darse dentro de algunos meses, se adelantó por la crisis política de Paraguay, que vio interrumpido su mandato al frente de Unasur, a causa del golpe de Estado que sacó a Lugo del poder.
Unasur no es un espacio de integración más. Es la coronación de un proceso que empezó con los foros sociales de Porto Alegre, la lucha continental contra el Alca, la llegada de gobiernos progresistas a la región, y el fortalecimiento del Mercosur.
Representa, después de muchos años, un sentido de soberanía e integración regional sin la sombra de Estados Unidos. En el mejor momento político de América del Sur, durante la primera década del siglo XXI, se rompía la hegemonía total de Washington.
Aunque eso ha empezado a cambiar desde el golpe de Estado en Honduras, que marca el inicio formal de la contraofensiva norteamericana, seguida de la Alianza del Pacífico y del reciente golpe en Paraguay, Unasur logró instalar tres grandes procesos: el de infraestructura, el de defensa y el de integración financiera.
Este último, de suma importancia para responder a la crisis global, porque trata de construir una arquitectura financiera regional propia, con banca de desarrollo, unidad de cuentas para el comercio (sin depender de un dólar sumamente volátil), un fondo de estabilización monetaria y financiera, y otros instrumentos que prevengan un escenario como el que vive Europa hoy. Claro, que todo esto que interesa mucho a los ministerios de Economía y Finanzas de la mayoría de países en el subcontinente, pone los pelos de punta a los funcionarios del MEF peruano. Ellos solo tienen en la cabeza que la integración, es firmar TLC con grandes potencias, por más que estén en crisis.
En cambio, los gobiernos de Ecuador, Bolivia, Brasil, Venezuela, Uruguay y Argentina apuestan por otra ruta. Una que nos deje mejor parados cuando la hecatombe económica, financiera, social, ecológica, alimentaria, teórica, etc. de esta crisis compleja se termine. Y esta labor se asienta en el GTIF (grupo de trabajo de integración financiera) bajo la responsabilidad del Consejo Económico y Financiero de Unasur, que reúne a los ministerios de economía y los bancos centrales de América del Sur.
El GTIF fue conformado en Argentina, y se quedó allí a pesar que la presidencia pro témpore pasó a Paraguay. En ese momento, la política exterior de éste país era proclive a la nueva arquitectura financiera y confiaban que Argentina podía seguir liderando el proceso, por eso no reclamó para sí, pudiendo hacerlo, la conducción del GTIF.
Pero el MEF peruano no piensa lo mismo, y ha reclamado al GTIF. Castilla acaba de designar al funcionario Javier Roca para tal efecto, quien se desempeña en el MEF desde hace varios años y tiene una mirada totalmente distinta a quienes han estado dirigiendo ese grupo de trabajo. Mi hipótesis es que se pretende neutralizar los avances en la integración financiera y promover la liberalización del comercio en Unasur a lo Washington, al menos intentarlo con declaraciones u otros documentos. Cuidado con el MEF en Unasur.

domingo, 22 de julio de 2012

Un año después

La propuesta y equipo económico del frente Gana Perú era lo más sólido que tenía el candidato Ollanta Humala para enfrentar las elecciones. Porque cuando el ahora presidente era considerado un ultra antisistema que hacía temblar al statu quo nacional, un grupo de economistas heterodoxos encabezados por Félix Jiménez le dieron el sostén programático complementario al carisma del líder nacionalista. Incluso, muchos quienes dudaban de un mi-litar que decía estar en el campo popular, apostaron por él, precisamente por los profesionales que lo acompañaban.
La gran transformación de la economía -satanizada por los grandes medios del poder financiero y minero- apuntaba a acabar con la lógica auge-declive de la economía peruana. Resumida en un par de palabras es: “acumulación de capital nacional”, o siendo más breve: “industrialización”. Consistía en dejar progresivamente, pero empezando de una vez, el modelo primario exportador peruano que nos hace dependientes en gran medida de la demanda externa hoy en crisis, e impulsar la demanda interna que hoy se abre paso sin que hayan políticas públicas para tal fin, sino más bien por el punche del peruano emprendedor.
No hay nada de socialismo allí. Para los confundidos que se dejan arrastrar por la propaganda de Palacios, De Althaus y compañía, la economía nacional de mercado es totalmente smithiana, y en el país su primera tarea era vencer las restricciones de mercado, tecnología, infraestructura, financiamiento y calificación que peruanos y peruanas tienen en su contra todos los días.
Una de las propuestas era un mercado de capitales en serio en el Perú. Por ejemplo, la creación de bonos hipotecarios. En un país en el que el sector construcción atraviesa un boom, es fundamental reconstituir los instrumentos financieros que permita a constructores y familias acceder a financiamiento barato para la casa propia. Incluso las AFP podrían obtener excelente retorno para los fondos previsionales allí. Cosas como estas, apuntaban a que la fiesta no siga siendo solo de los bancos, que siguen prestándose de bancos del norte a tasas de cero por ciento para colocarlas en el negocio inmobiliario y ganar millones.
Otra era promover el mercado interno. El otrora equipo económico del candidato Humala, sabía bien que eso se consigue elevando salarios y pensiones, para empezar a dejar de ser un país de misios. Por eso se pensó en una reforma multipilar pensionaria en la que había un pilar contributivo y otro no contributivo, de tal manera que ningún anciano se quede sin jubilación y que además el monto sea digno. Así nació Pensión 65, hoy convertida en la caricatura de 125 soles a unas decenas de miles de ancianos en extrema pobreza, cuando tenemos más de un millón sin ingresos, ni renta.
También se planteó subir de un solo golpe 150 soles el salario mínimo, estableciendo el mecanismo de reajuste periódico de las remuneraciones para no dejarlo solo a la voluntad del gobernante.
Aún recuerdo cuando se pensaba en acabar con la subsidiariedad estatal para recuperar el control de los sectores estratégicos como el gas, el agua y el oro. Y eso se defendió en el debate técnico de la segunda vuelta. Los grupos de poder estaban en alerta.
Un año después, saque usted mismo sus conclusiones.

domingo, 15 de julio de 2012

El regreso de Lerner

Hay quienes dicen que el encargo hecho por el gobierno al expremier Salomón Lerner para encabezar la Comisión de Alto Nivel de Unasur sobre el tema Paraguay, ahora que Humala es presidente pro témpore de la Unión Suramericana, es un duro golpe al premier Valdés, pues justamente en días previos a su nombramiento, Lerner declaraba a los medios sobre la necesidad de cambio del jefe de gabinete por su mal manejo de los conflictos sociales.Pero valgan verdades, ya a estas alturas, no hay quien defienda a Valdés, y son muy pocos los que no piden que ponga fin a su corta carrera política. Por eso quien debe estar más preocupado es en realidad el ministro de Economía y Finanzas, Luis Miguel Castilla. Pues Lerner es de los que piensa que el esquema “superávit fiscal” que le fascina al ministro, está agotado hace rato, especialmente en tiempos de crisis. Y eso lo sabe perfectamente el presidente.
Castilla parece un ultra del fondomonetarismo de los noventa, en el que el éxito del manejo macroeconómico es que a fin de año el ministro de Economía se tome la foto con un diploma que dice que le sobró plata. Y cuanto más mejor. Eso en países como el nuestro, en que las necesidades abundan, es un delirio, y con tantos años de crecimiento económico, casi un crimen.
Pero lo grave es qué hacer cuando las exportaciones y el precio de las materias primas indican que un nuevo manotazo de la crisis nos va a dar, y tenemos un ministro que no sabe gastar. Algo parecido le pasó a Alan García cuando en pleno inicio de la crisis global tenía en la cartera de economía a Valdivieso, otro ultra del no gasto. Tuvo que cambiarlo rápidamente.
Lerner, quien ha estado visitando varios países en los últimos meses, incluyendo Israel, ha podido tomar nota de cómo ha reaccionado el gobierno de ese país para enfrentar la crisis internacional y al mismo tiem-po una protesta social intensa.
El primer ministro Netanyahu y el jefe del Banco Central Israelí, Stanley Fisher, han tomado el acuerdo de llegar a un 2 por ciento de déficit fiscal a fin de profundizar reformas sociales que calmen a los indignados de Israel. Y eso que Fisher es uno de los pesos pesados de la política monetaria mundial, pero aún así, acepta algo que en Perú ocasionaría que varios ideologizados se rasguen las vestiduras.
Por eso Castilla tendrá su 1 por ciento o más de superávit fiscal este año, mientras los maestros, los policías, los médicos y muchos otros salen a la calle a pedir no solo más sueldo, sino también equipamiento.
Para nadie es un secreto que Castilla ha convertido en caricatura buenas ideas como Pensión 65. Y ni qué decir del déficit de infraestructura. Es que el ministro no tiene en la cabeza, ni grandes proyectos, ni la intención de promover demanda interna. Además, junto a Silva Martinot parecen dirigir la política exterior peruana, promoviendo TLC por doquier, como si siguiéramos en los tiempos en que se jugaba el todo por la demanda internacional. En ese camino han abrazado con todo el Acuerdo del Pacífico, mirando al Mercosur como un club de proteccionistas. 
Por eso, el retorno de Lerner, que tiene una visión bastante distinta a la de Castilla, podría indicarnos más bien que se acerca el fin del otrora ministro más fuerte del gabinete. Veremos.

domingo, 8 de julio de 2012

El Arco del Atlántico

Me queda claro - cuando el gobierno reafirma la opción neoliberal de armonizar TLCs con los países pro Washington del continente (Alianza del Pacífico); suscribe otro con la Unión Europea sobre endeudada (Acuerdo Multipartes); y abre más negociaciones de este tipo - que la política exterior peruana es definida en realidad por el MEF y el MINCETUR, por lo menos en lo que ha integración se refiere.
Dichos ministerios han reducido el concepto integración a lo puramente comercial hace años, con una idea de globalización que consiste en integrarse a los grandes mercados en lugar de mirar a Sudamérica. Pues, eso de la alianza “a lo norteamericano” con Chile, Colombia y México (Arco del Pacífico), solo le hace el juego Estados Unidos en su afán por frenar la ofensiva integradora de los ejes Brasilia y Bolivariano, con mucha fuerza en la primera década del Siglo XXI. Lo que permitió enterrar el Alca, fortalecer el Mercosur y la Unasur, y crear espacios más recientes y audaces como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en oposición a la vieja OEA.
En esa disputa en la que Estados Unidos petardea el Alba y la Unasur, es que se explican los golpes de Estado en Honduras (2010) y Paraguay (2012), y la Alianza del Pacífico (2011). Sin embargo, luego de la última ofensiva que sacó a Lugo del poder, el bloque regional anti TLC que se agrupa en el Mercosur ha decidido dar respuesta, incluyendo en su integración aduanera a Venezuela.
Con ello, suman en un territorio, al que ya algunos llaman el Arco del Atlántico, los recursos energéticos e industriales más importantes de América Latina. Además un modelo de grandes empresas en las que participa junto al capital privado, el público (Multilatinas). En buena cuenta la idea del Arco del Atlántico es mucho más relevante que el simple hecho de ponerse a la cola de los gringos (Arco del Pacífico). Se trata de que América del Sur sea uno de los polos en el mundo multipolar que nos está dejando la redefinición de hegemonías de la crisis global.
Se plantea también, la defensa de los recursos naturales como un eje central. Eso lo ha expresado claramente el recientemente nombrado Secretario General de la Unasur, Alí Rodriguez, quien maneja la hipótesis, nada descabellada, de que un potencial conflicto en esta parte del mundo tenga como eje la apropiación de las riquezas naturales.
La entrada de Venezuela en Mercosur traerá algunos problemas a los exportadores peruanos de textiles que dirigen su producción allí, pues este espacio es una unión aduanera (lo que dicho sea de paso le permite protegerse como bloque ante los golpes de la crisis global) que maneja un arancel externo común y lógicamente Venezuela lo adoptará. Ojo que Bolivia ha pedido también su inclusión y para nadie es un secreto que Ecuador pretende hacer lo propio.
Hace un par de días el Canciller peruano ha deslizado la iniciativa de fortalecer los vínculos con Mercosur, pero difícilmente podrá convencer al MEF y al MINCENTUR, para quienes eso sabe a Chávez y cuyo dogma es firmar TLC, proteger al gran capital y estar detrás de la UE y Estados Unidos.

domingo, 1 de julio de 2012

Prosperidad Falaz

En estos días que acabamos de firmar un nuevo TLC, esta vez con Europa, he escuchado en varios medios la pregunta: ¿por qué un acuerdo con un bloque que está en una grave crisis económica? Y el mismo número de veces he escuchado a varios decir: “la crisis europea es coyuntural, pero los TLC son para siempre”.
Lo segundo, depende. Pues no hay nada escrito sobre piedra y siempre se podrá renegociar o replantear un acuerdo de este tipo, o siendo radicales, patear el tablero si es necesario. Pero lo de coyuntural, niega en realidad, la precariedad del capitalismo de estas épocas (pura especulación financiera con escasa regulación) y de lo frágil del crecimiento económico peruano.
Decir que la crisis global pasará, así porque sí, es no entender su naturaleza compleja, que no solo es financiera, sino económica, social, climática, alimentaria, y un largo etc. En el ámbito económico es una crisis del empleo mundial. Los inversionistas prefieren apostar miles de millones en mercados financieros (futuros, derivados, etc.) antes que en la economía productiva. Al negar este problema, todo parece reducirse a que si las bolsas de valores suben, o si los bancos recuperaron sus ganancias, o si el oro aumenta de precio. Todo ello amarrado al indicador del PBI, basta para que nos engañemos todos, mientras los bajos salarios, el desempleo y la desigualdad se hacen parte de la normalidad.
Y peor, deslizar que estamos blindados por nuestras enormes reservas, o por los TLC que hemos firmado es completamente descabellado. El único factor por el que nuestro crecimiento no se ha desplomado, se llama: “precios de los metales que exportamos”, los mismos que salvo por algunos meses del 2009 en que cayeron, siempre han estado arriba, lógicamente, con los consecuentes conflictos socio ambientales que generan.
Si lo vemos bien, el crecimiento peruano de las últimas dos décadas puede dividirse en dos. El primero, derivado de las privatizaciones de Fujimori que nos bancaron en azul las cuentas externas, permitiéndonos importar más que exportar durante varios años. Pero a finales de la década de los noventa, cuando ya se había vendido casi toda la carne, caímos en recesión al golpearnos la crisis asiática. No olvidemos que en el 2000, cuando Fujimori huyó al Japón, nos dejó una economía que decrecía, y que recién empezó a recuperarse en el 2002, cuando empieza el boom de los precios de los minerales, que hasta ahora nos acompaña, y que coincide con la bajada de las tasas de interés (llegando casi a cero) en los países ricos. Es ahí que viene el segundo crecimiento peruano de estos veinte años. El más largo y del cual muchos se ufanan. ¿Qué pasará cuando los precios bajen? Apenas suban las tasas de interés que fija la Reserva Federal Norteamericana y el Banco Central Europeo, los precios de los metales caerán, y con ello se afectará más del 30 por ciento de nuestros ingresos fiscales y más de la mitad de nuestras exportaciones. Y nuevamente, como decía Basadre, estaremos en el declive luego del auge. En la bancarrota fiscal, luego de la prosperidad falaz; perdiendo la oportunidad de industrializarnos para que nos quede algo después de la buena racha como la del guano, salitre, caucho, algodón y harina de pescado.