domingo, 29 de abril de 2012

La economía de ciudadanos por el cambio

Una de las cosas más armadas de la oferta electoral del presidente Ollanta Humala era su propuesta económica, que se fue moderando incluso antes de la primera vuelta, hasta desaparecer del mapa con el nombramiento de Castilla y Velarde en el MEF y el BCR antes de iniciar el gobierno.
El punto central era la industrialización, frente a la persistencia primario exportadora; la articulación y promoción de los mercados internos, frente a la apuesta extrema de exportarlo todo; la intervención del Estado en actividades estratégicas como petróleo, gas, y otros recursos naturales, frente a la subsidiariedad estatal; la mejora del ingreso de las familias vía salarios y pensiones para mejorar su capacidad adquisitiva y estimular el mercado interno, frente a la estrategia del cholo barato para atraer inversiones; la descentralización fiscal frente a la excesiva discrecionalidad del MEF; y una fuerte inversión pública, frente al encajonamiento de recursos para generar superávit fiscales en un país donde aún está todo por hacer.
Esa era la propuesta económica contenida en el satanizado Plan de Gobierno de la Gran Transformación, también conocida como Economía Nacional de Mercado, que fue respaldada por el 32 por ciento de los electores peruanos y cuya base teórica fue y es desarrollada por Félix Jiménez en artículos, libros, ensayos y conferencias.
Jimenez es seguidor de Smith, padre de la economía de libre mercado, y toma de él –entre otras ideas sobre la apuesta por el agro y la industria- la convicción de que los mercados deben regularse, lo que es bastante pertinente en el contexto de una feroz crisis económica global originada precisamente por la desregulación total del mercado financiero mundial.
A nivel ideológico significa apartarnos de la teoría neoclásica (de donde viene el “neo” de neoliberalismo) en la que el Estado prácticamente debería desaparecer y el Mercado solucionar todos los problemas, lo que está en la base de la precarización del empleo y la privatización de los recursos naturales y estratégicos de la nación.
No tiene nada que ver con irresponsabilidad fiscal y monetaria, ni con parar el freno del crecimiento económico, al contrario, se trata de cambiar el estilo de crecer. Además, el propio Jiménez junto a Oscar Dancourt, fueron entre otros, los promotores -cuando estuvieron en el MEF y el BCR respectivamente- de la corrección de esas políticas (que desde finales del Fujimorato nos tenían en la recesión), introduciendo criterios de política contra cíclica para responder a crisis externas, metas de inflación y medidas de flotación de un dólar que desde que empezó el siglo XXI no para de desbarrancarse (en perjuicio de los exportadores, sobretodo de los manufactureros), entre otras medidas; lo que ha permitido tener una macroeconomía en azul desde entonces.
La inclusión en esta propuesta, no se reduce a unos cuantos programas sociales, sino a la eliminación de barreras que enfrenta la población: restricciones de mercado, de infraestructura, de calificación, de tecnología y de financiamiento. Para cada una de éstas, se proponían medidas concretas como los trenes o el mercado de capitales en moneda nacional.
A grandes rasgos, esa es la economía que el colectivo político Ciudadanos por el Cambio, a los que Humala encargó elaborar el Plan de Gobierno de la Gran Transformación, preparó para el hoy disuelto frente Gana Perú con el que se ganó las elecciones.
Jiménez es una de las figuras intelectuales más importantes de Ciudadanos por el Cambio, fuerza política que la semana pasada organizó su II Encuentro Nacional para invitar a la ciudadanía a mantener viva la bandera del cambio y vencer al continuismo neoliberal.

domingo, 22 de abril de 2012

Lecciones de Argentina

La respuesta del gobierno español a la expropiación de Repsol-YPF propuesta por el gobierno de Cristina Fernández, me deja la sensación de que entienden que el petróleo que se encuentra en territorio argentino le ha venido perteneciendo en realidad al Reino de España, lo que me trae reminiscencias de la colonia. 
Es que a pesar de que Repsol (que en su momento fue una empresa pública española, luego privatizada durante el gobierno del Partido Popular de Aznar) tiene un accionariado ya difundido en los grandes capitales mundiales, el gobierno de derechas de Rajoy ha salido a defenderla como si se trataran de las joyas de la corona.
Es decir, los recursos naturales de un país como el petróleo, le pertenecen a un tercero sin ningún empacho, vía las trasnacionales. Eso es una de la mayores expresiones del modelo capitalista neoliberal del que América del Sur se está tratando de alejar. Y no estamos hablando de cualquier recurso, si no de uno bastante estratégico, especialmente por el nuevo ciclo de alza en su precio debido -entre otras condiciones- a la crisis en Medio Oriente y el posible ataque a Irán por parte de Israel, Estados Unidos y compañía.
Una primera lección de todo esto es que no basta solo con redistribuir la renta para salir del modelo. Es necesario recuperar los recursos nacionales, que pueden ser naturales (mi-nerales, gas, petróleo, agua, etc.), tributarios (erradicar la evasión, los precios de transferencia, la planificación tributaria que elude, los paraísos fiscales, etc.) y financieros (fuerte regulación y auditorías de las deudas públicas externas e internas). Y eso de la mano con una profunda reforma del sistema de telecomunicaciones para arrancarle el monopolio de la (des)información al gran capital.
En esa ruta está Argentina, que ha pasado de tener un gobierno progresista tímido a ser junto con Venezuela, quienes están tomando las medidas más a la izquierda en la región, sobrepasando lo que pueda haber hecho Bolivia, Ecuador y ni qué decir Brasil. Y nos enseña que eso de que es imposible salir del mode-lo neoliberal (experiencia de la concertación chilena que parece orientar la labor de Ollanta) es puro cuento.
Las banderas iniciales del nacionalismo de Ollanta se parecen a lo que hace Argentina hoy, pero poco a poco las fue concediendo con tal de llegar al poder. De ellas solo queda la del gas del lote 88, que si bien se ha recuperado para el mercado interno, aún debemos ver como se aplica, porque toda esta jugada está en la cancha del privatizador ministro de Energía y Minas, Jorge Merino, y del neoliberal ministro de Economía y Finanzas, Luis Miguel Castilla, quienes buscarán la manera de sacarle la vuelta.
Con todo, la medida de recuperación del gas peruano es un chancay de a medio respecto de lo que ha hecho Fernández en Argentina. Claro que estamos hablando de otra situación política y otra correlación de fuerzas. Sin embargo, es induda-ble que lo de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales, privatizados en los noventa por el gobierno ultra neoliberal de Menen, tendrá un impacto en el manejo de los hidrocarburos de toda América del Sur, porque marca una tendencia que abre un nuevo ciclo de nacionalismo del petróleo por estas tierras, e imagino que los chapetones ya deben estar preocupados por el futuro de Repsol en países como el Perú.

domingo, 15 de abril de 2012

Reflexiones sobre el modelo

¿Cómo es que hace poco más de tres años, un país como España era el ejemplo a seguir: crecimiento sostenido, cuentas fiscales en azul y pleno empleo; y ahora, sumido en una feroz crisis económica, es más bien el ejemplo de la irresponsabilidad fiscal y financiera?
Una paradoja más en este caso: durante la bonanza española había buenos salarios y los bancos hacían estupendas ganancias. Ahora en plena crisis, ha aparecido el sector que gana menos de mil euros al mes, los salarios se han ido al suelo y el desempleo está en su máximo esplendor, pero los bancos siguen haciendo estupendas ganancias.
En el fondo de este sin sentido, vamos a encontrar al modelo de producción y acumulación capitalista neoliberal, que incluso en crisis global, está manteniendo su hegemonía; lo que nos muestra que es más que un simple modelo económico, es casi en realidad, un nivel de consciencia, bastante bajo por cierto.
En este nivel, es más importante la competitividad y las utilidades de las transnacionales -sobre todo las del sistema financiero- que el bienestar y felicidad de la población, la garantía de su alimentación y el medio ambiente. Hasta los alimentos se han convertido en instrumentos de especulación y lucro. Ni que decir de la salud, educación y la seguridad social, que hace rato que de derechos pasaron a ser mercancías.
En América Latina, el esplendor de este nivel de consciencia se vivió en los años ochenta, con la respuesta a la crisis de la deuda, que consistió en matar a la población de hambre con tal de pagar puntualmente la usura del sistema, parar la hiperinflación y poner a los grandes números de la economía en orden. La política del shock, producto de un pragmatismo insensible, reflejó mejor que ninguna, eso de que el fin justifica los medios.
Y ahora, podemos ver con claridad que lo que vivimos con angustia y violencia por estas tierras y que nos llevó a la mala, de la bancarrota fiscal a la emisión de bonos soberanos, es lo mismo que se está imponiendo en Europa, pero esta vez con respuestas sociales de mayor envergadura. Basta mirar a Grecia, que de ser un país al que muchos veían solo como un gran museo, muestra hoy a ciudadanos que hasta se suicidan frente a los edificios públicos para protestar contra las brutales medidas de ajuste, fruto de la intervención de la Troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) en su gobierno. Les están extirpando no solo salarios decentes y pensiones, sino también su propia política. Tal como nos hizo el FMI en su momento, con las cartas de intención.
Claro, luego del tsunami neoliberal de los noventa, muchos países de América del Sur, empezaron con la ardua tarea de revertir lo que parecía irreversible. Primero fue Venezuela, luego Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y otros más que quisieron salirse de este esquema en el que el Estado es una especie de mesa de partes del gran capital.
Pero este proceso que lleva pocos años, ya nos está dando algunas lecciones, que en palabras de Valter Pomar, dirigente del PT brasileño, se resumen en que recuperar márgenes de soberanía estatal y redistribuir la riqueza aumentado la capacidad de consumo de las capas populares, no es suficiente para salir del neoliberalismo. Pues, si no se reestructura la forma de producción y acumulación vigente, a la larga, los logros políticos y sociales decaen, y la resistencia al cambio de la matriz neoliberal se fortalece.
Soberanía y redistribución dan elasticidad pero luego muestran retornos decrecientes. Y eso, lo vemos en varios países con gobiernos progresistas en la región.
El reto de salir del modelo sigue allí, y no solo basta promover el mercado interno ni tener más Estado, es básicamente una tarea de elevación del nivel de consciencia, y para eso, una reformar en los medios de comunicación es clave.

domingo, 8 de abril de 2012

La economía del 5 de abril

Sin duda, el golpe de Fujimori es el nacimiento del Estado neoliberal peruano. Su partida de nacimiento claro está, es la Constitución del 93. Sin embargo, el primer paquete neoliberal del condenado, estuvo contenido en las decenas de Decretos Legislativos que da en el periodo previo al 5 de abril de 1992, con la autorización y posterior cuestionamiento del Congreso, y el Tribunal de Garantías Constitucionales aún funcionando.
Son más de 120 Decretos Legislativos, que da Fujimori en 1991, los que dibujan el modelo de represión salarial, ajuste fiscal, pensiones de hambre, Estado privatizado y ausencia de negociación colectiva, entre otros atropellos al pueblo peruano que sigue vivito y coleando 20 años después. También corresponde a este momento la flexibilización de la contratación y jornada laboral y la destrucción de la banca de fomento.
Lo que permite el 5 de abril es el desbloqueo total a la resistencia de éstas drásticas medidas, aplastando a la oposición y a las organizaciones sociales. Basta decir que la primera privatización se da justamente en 1992, después del golpe, a pesar que el Decreto Legislativo 674 que las diseña, se había dado con anterioridad. Lo mismo pasa con el Texto Único Ordenado de la Ley General de Minería que también se da en este periodo, configurando un esquema minero que se mantiene vigente hasta hoy y que viene haciendo agua como lo vemos con Conga. En esta etapa también se finiquita el proceso de Reforma Agraria.
Luego de la ruptura del orden constitucional, Fujimori da más de 700 Decretos Leyes (normas con rango de ley dadas por un dictador cuando no hay Congreso), que entre otras cosas aceleran las disposiciones más anti populares y recesivas dadas con consentimiento del Legislativo. Es aquí, cuando se congelan definitivamente las pensiones de los jubilados del régimen del D.L. 19990, convirtiendo a los ancianos en indigentes, situación que persiste hasta ahora. Asimismo, se termina de aniquilar a los sindicatos al destruir la unidad sindical permitiendo la figura del sindicato de empresa para dispersar la organización de los trabajadores, y al eliminar la negociación por rama, entre otras medidas similares. El 5 de abril termina de aplastar a la clase trabajadora. La Constitución del 93 sella todo esto, consagrando el despido arbitrario y entregando los recursos naturales a las trasnacionales, entre otras perlas del modelo.
Pero el punto central de la economía fujimorista se produce mucho antes del golpe, cuando el 8 de agosto de 1990, Hurtado Miller, ministro de Economía y Finanzas, anuncia el Fujishock, que arrima a la pobreza a más de la mitad de la población a fin de acabar con la hiperinflación. Por eso, quienes dicen que se necesitó el golpe para arreglar las cuentas fiscales, mienten, pues ya para el 5 de abril la inflación estaba descendiendo producto de la bestial arremetida contra la capacidad de compra de los peruanos.
Además, los años posteriores al golpe, las cuentas se mantuvieron en azul producto de las ventas de las empresas públicas, que equilibraban entre otras cosas, el déficit comercial que teníamos. Pero que no pudieron hacer nada cuando la crisis asiática nos dio en el suelo en 1998, haciendo que los últimos años del reo, sean de recesión económica.
En suma, este modelo económico que permite que las élites gocen de privilegios, mientras el Perú sigue siendo un país de misios y de trabajadores explotados, se lo debemos al 5 de abril.

domingo, 1 de abril de 2012

El Estado no se planifica

Cuando Fujimori impuso la reforma neoliberal en los noventa; destrozó –entre otras estructuras- el sistema de planificación estatal. Es que uno de los pilares del modelo económico que este viernes 5 de abril cumplirá 20 años de vigencia en el país, es precisamente que el Estado no intervenga para nada en la actividad económica.
Desactivada la planificación peruana, que por ese entonces se hacía en el Instituto Nacional de Planificación (INP) -creado décadas atrás a fin de tener control sobre el rumbo del Perú-, nos entregamos al vaivén de los mercados.
Dejamos de lado el pensar sobre el futuro de nuestro país y nos centramos en atraer inversión financiera y extractiva a costa de malos salarios y bajos impuestos, y de ajustar al máximo el presupuesto público para generar superávits primarios, pagando puntualmente la deuda externa, hasta por adelantado, en menoscabo de la seguridad social y los servicios esenciales como salud, educación, vivienda y saneamiento, en el entendido de que la estabilidad fiscal es un fin en sí misma.
Cedimos al chantaje del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que entre otras cosas nos obligó a destruir nuestra banca de fomento en esos años.
Pero cuando llegamos al 2000 y salió a la luz todo el robo, corrupción y crímenes del régimen fujimorista, la clase política, sin salirse del marco económico fujimorista, tuvo la intención de hacer pequeños ajustes. Uno de ellos fue la corrección de la política fiscal y monetaria, implementando mecanismos de política contracíclica para hacer frente a las crisis internacionales. Otro fue la creación del Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan). Lo primero fue mirado como necesario por la tecnocracia neoliberal del MEF, pero lo segundo no cayó nada bien para los operadores de ese súper ministerio. Por ello el Ceplan nunca jugó un rol protagónico durante el gobierno de Toledo, y ni qué decir con García.
Arrimado en un rincón de la Presidencia del Consejo de Ministros, el Ceplan ni siquiera es consultado a la hora de hacer el presupuesto público, que lo sigue haciendo el MEF a diferencia de la mayoría de países de la región, en donde la programación de ingresos y gastos anuales obedecen a una planificación de corto, mediano y largo plazo.
Con la llegada de Ollanta al poder, el Ceplan tuvo la oportunidad de despegar, al menos así parecía cuando se designó al economista German Alarco. Las pocas veces que tuve la ocasión de conversar con él mientras lideró Ceplan, me dio la certeza de que teníamos al mejor funcionario allí.
Todo el tiempo estaba pensando cómo darle a la planificación estratégica el rol que merece en el Estado. Alarco hizo muchas propuestas en ese sentido. Y eso era bastante coherente con las posiciones de Ollanta de revivir el INP creando una estructura de planificación eficaz y seria.
Pero ahora que se ha prescindido de Alarco en el Ceplan, y se ha puesto en su lugar al ingeniero Felipe Paz Soldán, un exgerente de AFP y otras empresas privadas, que de planificación nacional no sabe nada, ni le interesa, pero que cuenta con el aval de Castilla, hemos retrocedido a la posición fujimorista de que el Estado no se planifica.