domingo, 4 de septiembre de 2011

El Perú no es Brasil

Esta semana hemos conocido que el gobierno brasileño ha decidido aumentar el superávit primario para enfrentar la crisis global, en la idea de guardar recursos para un futuro plan de estímulo.
Si el gigante sudamericano hace esto, cómo no aplaudir al MEF de Castilla que plantea que debemos ser conservadores en el gasto, y al BCR de Velarde que al revisar el Marco Macroeconómico Multianual 2012-2014, lo avala. Sin embargo, el Perú no es Brasil y copiar esa misma estrategia perjudicaría nuestra economía, trayendo también altos costos políticos para el gobierno de Ollanta Humala en un escenario en el que el crecimiento económico se desacelera.
Lo que pasa es que desde hace un buen tiempo Brasil enfrenta un feroz ataque especulativo contra su moneda, haciendo que el “Real” se aprecie respecto al dólar más que ninguna moneda en la región desde que empezó la crisis, con la consecuente pérdida de competitividad en sus exportaciones y el sobre estímulo de su mercado interno.
Operadores financieros instalados en Brasil, ingresan miles de millones de dólares prestados del mercado internacional a ínfimas tasas, y se hacen de una farra financiera puesto que las tasas de interés brasileñas son de las más altas del mundo.
Si a eso sumamos las presiones inflacionarias que atraviesa el país de la samba, resulta que su mayor reto es contener la inflación y al mismo tiempo desincentivar ese ingreso de capitales que tanto daño le procura.
La teoría dice que para frenar la inflación se debe subir la tasa de referencia y ajustar por el lado fiscal. Pero precisamente si se sube la tasa de interés se alienta el ingreso de capitales golondrinos, lo que abunda en la apreciación del real. Es por eso que han puesto el acento en reducir el gasto para frenar la inflación, mientras que han bajado la tasa de referencia medio punto y así tratar de desalentar a los especuladores.
Es que hace poco colocaron un impuesto a la entrada de divisas, gravando con una tasa del 6% a todos los créditos tomados en el exterior por bancos y empresas brasileñas, y ni así pararon el ataque especulativo de los criminales de cuello y corbata.
Estos son problemas de naturaleza distinta a los del Perú. Por eso, si no tomamos medidas ya, el timing de la crisis nos va a ganar. Y aún así le hayan obligado a Castilla a elaborar un plan de contingencia, tengo la impresión que hará todo lo posible por retardarlo.
Pero ahí no acaba la cosa, ya que la crisis va para largo. Y al margen de una respuesta coyuntural, necesitamos un plan de mayor aliento para dejar de depender tanto de la demanda internacional, los términos de intercambio y el flujo de capitales. De eso trata la economía nacional de mercado.

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