domingo, 26 de febrero de 2012

Gates y nuestras miserias

Bill Gates, con eso de que el Perú no debe ser objeto de ayuda internacional por tener un PBI percápita muy alto, me hizo recor- dar que ese indicador ya nos jugó una mala pasada hace más de diez años cuando se promovieron iniciativas de cancelación de deudas públicas en el marco del Jubileo 2000.
La campaña mundial “la vida antes que la deuda” fue abrazada por miles de organizaciones sociales en todo el globo a fines del siglo pasado, especialmente en los países del sur. Incluso organizaciones y movimientos de iglesias de los llamados países ricos de ese entonces, iniciaron una cruzada de solidaridad para la condonación y otros mecanismos de desendeudamiento de los llamados “países pobres altamente endeudados”.
En el Perú, se recogieron casi dos millones de firmas entre la ciudadanía, diez por ciento de todas las firmas que se lograron en el mundo, que fueron presentadas por la coalición Jubileo 2000 en la cumbre del G7 en Colonia, Alemania (junio de 1999), ante los líderes mundiales para exigir la cancelación total de las deudas.
El resultado fue una cancelación parcial de las deudas de varios países, y en América Latina, de Bolivia, Nicaragua, Honduras y Guayana, dejando fuera al Perú, Ecuador y otros que tenían grandes stocks de deuda, y que además habían pasado por el trauma del ajuste presupuestal, que ahora vive Grecia y otros países europeos.
El motivo de esta exclusión fue precisamente que el Perú no era un país pobre, sino de ingresos medios, usando para tal afirmación el dichoso PBI per cápita que cita Gates, sin mayor consideración por el peso del pago de la deuda en el presupuesto público, que en aquel momento superaba el 20 por ciento, en menoscabo de la inversión en salud, educación, vivienda, seguridad social, etc. Tampoco fueron tomados en cuenta los niveles de desarrollo humano que hasta ahora dejan mucho que desear.
Y aunque al final de cuentas, la condonación efectuada fue medio tramposa y estuvo llena de condicionalidades del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y el Banco Interamericano de Desarrollo; nuestro país no se benefició ni siquiera con eso. Años más tarde, el Perú siguió licuando su deuda mediante los mecanismos de prepago que patean la deuda convirtiéndola en bonos.
Como somos un país de ingreso medio podemos emitir deuda soberana; y cada vez que se viene un año de abultado pago, no hay mejor idea que pagar deuda vieja con deuda nueva como hicieron los ministros de economía Kuczynski y Carranza a lo largo de la primera década del siglo XXI.
Al margen del error de Gates en las cifras, duplicando la supuesta riqueza de cada peruano, lo cierto es que dividir el Producto Bruto Interno entre la totalidad de la población es la peor manera de aproximarnos económicamente a un país, especialmente uno situado en América Latina, la región más desigual del mundo.
En el Perú, se podría solo hacer gran minería, implementar los treinta y tantos proyectos mineros que están en cartera y destrozar todas las cabeceras de cuenca, sin generar empleo masivo, y con ello duplicar en breve nuestro PBI, alcanzando o superando el promedio que dio Gates, pero en eso, la exclusión, la pobreza, el empleo precario, la fragmentación social, la discriminación, las enfermedades endémicas y todas nuestras miserias, poco tienen que ver.

domingo, 19 de febrero de 2012

América Latina y la crisis global

Desde que estalló la crisis global en 2007-2008, el orden monetario, financiero y comercial del mundo ha entrado en una etapa de transición, cuyo desenlace nadie conoce, pero que definitivamente modificará el sistema basado en el dólar como reserva mundial, en los tratados comerciales y de inversiones como estrategia por conseguir mercados foráneos, y en instituciones financieras controladas por Europa y Estados Unidos, encargadas de proveer liquidez a los mercados.
El escenario que se configura para el 2012, tras el rescate de los grandes bancos europeos y norteamericanos y la aplicación de estímulos fiscales en todo el mundo en los años previos, no es nada favorable.
Toda la periferia europea está siendo obligada por la Troika (FMI, Banco Central Europeo, y la Comisión Europea) a hacer ajustes presupuestales enormes para cerrar sus grandes déficits que superan en varios casos el 100 por ciento de su producción. Y eso, como bien sabemos los que vivimos en América Latina y recordamos la crisis de deuda que estalló en 1982, garantiza unos buenos años de recesión económica, que solo tras recortar gasto social y reducir ingresos de los trabajadores, pone en azul la macroeconomía.
Y si Europa está en problemas, Estados Unidos no pasa piola. La recesión del viejo continente agrava aún más el estancamiento económico de la otrora potencia económica mundial. Solo China se mantiene con el motor prendido, aunque la reducción de los mercados europeo y norteamericano también la golpeará.
América Latina se consuela con la enorme cantidad de reservas internacionales que ha acumulado, producto de las lecciones aprendidas de su propia crisis de deuda; y en que China sigue siendo el gran mercado para sus materias primas.
Ni siquiera Brasil, que junto a Argentina y México, tiene potentes bases productivas y un gran mercado interno, es capaz de liderar o proponer un juego propio para la región en medio de este cambalache de hegemonías.
Y a pesar de que desde el 2006, varios gobiernos sudamericanos vienen proponiendo la construcción de una nueva arquitectura financiera regional, para que las reservas internacionales se queden en casa y no cubran los déficits del tesoro norteamericano, para tener una propia banca de desarrollo sin condicionalidades, y para contar con un sistema de compensación monetaria que evite que el dólar siga distorsionando el comercio intraregional, la apuesta sudame-ricana deja de estar anclada al viejo orden.
Instituciones como el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), que debería encabezar esta nueva arquitectura, sigue teniendo más de 1,500 millones de dólares depositados en los bancos que originaron la crisis como Bank of America, Goldman Sachs y JP Morgan, y perdiendo plata en los mercados especulativos. Ni que decir de países como el Perú, donde el dogmatismo neoliberal se tapa los ojos esperando que pase el mal tiempo.
Mientras eso pasa, China se convierte poco a poco en el nuevo prestamista de la región, a cambio de acceder sin problemas a nuestros recursos naturales.
El tránsito de la economía mundial llegará a su fin un buen día y se configurará un nuevo orden, pero todo indica que la región no tendrá ningún papel importante en ello.

domingo, 12 de febrero de 2012

El MEF y las lluvias

Durante la segunda semana de noviembre del año pasado, el expremier Salomón Lerner ordenó a uno de sus asesores coordinar con el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), la facilitación de medidas para que los gobiernos regionales tengan recursos disponibles a fin de encarar el periodo de lluvias que se avecinaba y que para entonces ya se proyectaba como fuerte.
Las sequías del norte anunciaban que en algún momento vendría un chaparrón en esa zona, y los pronósticos para el centro y sur del país eran los más alarmantes. Pero había una preocupación adicional: la mayoría de las autoridades locales y regionales eran nuevas, se habían instalado recién en enero de 2011, y como durante ese verano no se presentaron mayores precipitaciones, se presumía que no estaban del todo preparadas para lo que se venía.
Pues bien, la tarea de coordinación encargada por Lerner implicaba convocar a los responsables de emergencias de los gobiernos regionales y, por su puesto, a los técnicos de la Dirección General de Presupuesto del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), pues son ellos quienes finalmente dan luz verde para que un gobierno regional pueda derivar de sus propios recursos ordinarios, dinero para atender cosas como una inminente emergencia que en este caso pasaba por ampliar cauces de ríos, instalar sistemas de alerta, o hacer algunas contenciones, etc.
Siguiendo el encargo de Lerner, se produjo a fines de noviembre y en la propia sede de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) una reunión en la que participaron, además de las regiones y el Indeci, los especialistas del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi).
Los amigos del MEF también asistieron, y tras escuchar los pronósticos del Senamhi y el informe de varios gobiernos regionales sobre este tema indicando zonas vulnerables, no tuvieron mejor idea que recordar a la audiencia que el trámite para que se liberen los propios recursos de las regiones para poner manos a la obra era bastante riguroso y que ya a fines de año todo era más complicado. Era más fácil esperar a enero para que puedan utilizar los recursos del presupuesto 2012.
Es que el elefante estatal no cede ni ante una emergencia. Y si bien los gobiernos regionales no reaccionaron con rapidez, ni se pusieron las pilas como debían, el MEF, que es una de las instituciones con mayor continuidad de funcionarios en sus puestos y que se jacta de tener la mejor tecnocracia gubernamental, simplemente no se inmutó ante una urgencia como ésta.
A los pocos días cayó el gabinete Lerner, vinieron los informes de ley y se hizo una rápida transferencia al ministro sucesor. El tema de las lluvias quedó para después. Y la crisis política opacó a la climática.
Hoy que las lluvias están encima de todos, y que las poblaciones más pobres son las que se ven más afectadas, me pongo a pensar que nadie en el MEF siente ni un poquito de responsabilidad, al tiempo que me convenzo cada vez más que se cae de madura una profunda descentralización fiscal, en donde los gobiernos locales y regionales tengan mayor poder de decisión y en la que el MEF deje de ser el superministerio ante el cual hasta la propia PCM debe pedir favor.

domingo, 5 de febrero de 2012

Es hora del mercado interno

Cuando en el 2009, la recesión global azotó las economías avanzadas, y las emergentes y en desarrollo tuvieron que aplicar fuertes medidas fiscales, aumentando el gasto público para compensar la caída de la inversión, la fuga de capitales, el achicamiento de los mercados de destino de sus principales exportaciones, y la depresión de los términos de intercambio de las materias primas; en el Perú, los medios de comunicación del gran capital, se encargaron de vendernos la idea de que nuestro país no se vio afectado por la tremenda crisis.
Y casi todos le creyeron, porque a pesar de que nuestro ritmo de crecimiento económico se desplomó cayendo de una velocidad de 9.8% (2008) a 0.9% (2009), el emolientero siguió vendiendo emoliente, el taxista siguió taxeando, el lavacarros siguió en lo suyo, y en fin, la gran mayoría de trabajadores que desde hace años sobrevive día a día, sin que sus ingresos cubra el total de sus necesidades, siguió en su crisis permanente.
Por eso, el cuento del crecimiento no va a dar más si es que no se cambia drásticamente el modelo económico. Y no se trata de que mandemos al diablo la estabilidad monetaria y fiscal, ni que nos cerremos al mundo o que seamos estatistas como caricaturizan los fujimoristas y sus fans. Se trata de crecer desde adentro hacia afuera, de articular los mercados internos, de elevar la capacidad adquisitiva de los peruanos y en buena cuenta de vencer una serie de restricciones que desde hace rato nos impiden dejar de ser un país de misios.
Porque la inclusión social es una estafa si es que se reduce a unos cuantos bonos a los ancianos en extrema pobreza, o la atención ambulatoria de emergencia, o cambiarle el nombre a los wawawasis. Se trata de promover nuestro mercado interno, lo que es contrario a la ideología de Castilla y Velarde.
Supone revisar nuestra política comercial, para que en lugar de seguir firmando TLC con todo el mundo, resolvamos los problemas de calificación laboral, tecnología, vías de comunicación, cadenas de frío, etc. que impiden que los empresarios nacionales puedan aprovechar realmente los acuerdos comerciales ya existentes.
Se trata también de promover a las cooperativas de producción de café y cacao por ejemplo e impedir que la SUNAT se los coma con zapatos y todo porque sus funcionarios las confunden con aparatos comunistas, en lugar de apreciar que la asociatividad cooperativa de decenas de miles de productores facilita hacer economía de escala.
Hoy, que hasta el propio FMI señala que se viene un nuevo periodo de recesión mundial que durará al menos dos años, afectando fuertemente la demanda externa, debemos preguntarnos hasta cuándo vamos a seguir con la estrategia de exportaciones como único motor de nuestra economía.
Y, sin soslayar la necesidad de participar exitosamente del mercado mundial, especialmente del intercambio de manufacturas en la región, es momento de pensar en la demanda interna, que no es otra cosa que movernos hacia una economía nacional de mercado, muy bien descrita en el plan de la gran transformación.