domingo, 21 de octubre de 2012

El GTIF se salva de Castilla

Uno de los avances más significativos dentro de la Unasur, es el relacionado con la integración financiera. Precisamente, hace unos años funciona en su seno -bajo la conducción argentina- el Grupo de Trabajo de Integración Financiera, también conocido por sus siglas como GTIF.
El GTIF se encarga de coordinar tres temas muy importantes: el primero tiene que ver con la creación de un fondo de estabilización monetaria, en la idea de estar protegidos por el lado de las cuentas externas ante un golpe de magnitudes de la crisis global. El segundo tiene que ver con un sistema de compensación entre monedas nacionales a fin de sacar al dólar del comercio intraregional y con ello las distorsiones que introduce la alta volatilidad de esa moneda. El tercer tema tiene que ver con la facilitación del comercio entre los países de la Unasur, pero en relación con su financiamiento y el estudio de las barrera no arancelarias a fin de ayudar a superarlas. 
Es Analía Tello la funcionaria que, junto con tres economistas, responsables de cada uno de los temas arriba citados, da forma a este debate. Este equipo se encuentra ubicado en el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de la Argentina, país que decidió a principios de siglo no optar por los recortes asesinos como los que actualmente la Troika impone a Grecia, sino más bien reestructurar su deuda y seguir creciendo. No le fue nada mal. Está a la vanguardia de la política económica con una clara apuesta industrializadora que en pocos años se va a notar, pasándose a David Ricardo y todo su legado por las partes sacras. 
Respecto al primer tema del GTIF, las discusiones de los delegados de todos los países tiene que ver con: o crear un nuevo Fondo o utilizar el existente y bastante neoliberal FLAR. En el segundo tema, el debate se centra en la utilización del sistema de compensación del viejo ALADI o la apuesta por el reciente SUCRE del ALBA. En el tercer tema la cosa avanza por la identificación de barreras no arancelarias en la región y el diseño de un programa de financiamiento a las instituciones públicas que se encargar de fomentar el comercio en cada uno de los países. 
A nadie en su sano juicio se le ocurría meter en estas discusiones el tema del libre comercio en América del Sur, es decir la liberalización arancelaria como lo central en el GTIF. Pero como en el universo del sano juicio no entran los ultras del consenso de Washington que copan la tecnocracia económica peruana, son ellos precisamente los interesados en hacerlo. 
Castilla, que es el operador de turno a la cabeza del MEF de los grupos de poder financiero, minero y en general de los que se levantan al Perú en peso, y por tanto jefe de la tecnocracia aludida, estaba muy interesado en traerse el GTIF al Perú. Quería paralizar todas esas tonterías -para él- de integración financiera y promover solamente un documento de liberalización arancelaria, aprovechando la presidencia pro témpore de Humala en la Unasur. 
Pero como se dio cuenta de que los demás países de la Unasur no se lo iban a permitir, especialmente después del triunfo de Chávez en Venezuela, no le quedó más remedio que dejar al GTIF en manos argentinas, donde seguirá incubándose la integración financiera regional. Una buena noticia.

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