domingo, 22 de enero de 2012

¿Qué sentido tiene Camisea?

Durante muchos años, cada vez que oía la famosa frase: “el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, no podía dejar de pensar en el famoso gas de Camisea, tesoro enterrado en la montaña amazónica cusqueña que parecía ser una panacea económica de la cual gozaríamos algún día.
Hoy, luego de más de diez años del acuerdo con el Consorcio Camisea, y de más de seis años de efectiva explotación del gas, no me queda claro en que se beneficia la mayoría de peruanos. 
Mientras grandes volúmenes de gas natural se exportan a precios ínfimos (lo que esconde otros negocios) y muchas empresas peruanas están en la cola; la tan esperada masificación es aún incierta.
Ya lo dijo Aurelio Ochoa, presidente de PeruPetro: las negociaciones entre el Estado y el Consorcio Camisea para que el gas del lote 88 se destine enteramente al mercado nacional están suspendidas hasta nuevo aviso, porque el consorcio no presenta aún un esquema para cumplir con esa decisión gubernamental. 
Estamos en manos de un puñado de trasnacionales que se resiste a perder los miles de millones que representa la exportación del gas de todos los peruanos, dejándonos algo en la caja fiscal vía impuesto a la renta y regalías, hasta que el gas se acabe por supuesto.
Abaratar la energía para la población o industrializar al país, no aparece en la apuesta por la demanda internacional de nuestro modelo económico, y la capacidad de negociación estatal para oponer los intereses de la nación frente a la ambición del gran capital, se hace nada cuando nos chantajean con eso de que los contratos no se revisan porque sino viene el CIADI y nos multa, para beneficio de Pluspetrol y sus amigos. 

Pero lo que es ilógico, es que el propio gobierno, interesado en que el gas del lote 88 se destine al mercado interno (para respetar nada más que el trato inicial con la inversión), se haya opuesto a la sentencia de la Cuarta Sala Civil de Lima, que declaró inconstitucionales las normas dadas por el gobierno de García para facilitar su exportación. 
Ni que decir de los líquidos que emanan junto al gas natural, y con los que se produce GLP (gas licuado de petróleo) para alimentar más del 80 por ciento de los balones con los que gran parte de las familias peruanas cocinan. 
Este GLP, que no se importa ni se produce a partir de petróleo importado, es vendido a todos los peruanos a precios internacionales. Y ese es el tema de fondo para que el precio del balón de 10 Kilos pueda reducirse significativamente desde los 35 soles que cuesta en promedio.
En lugar de agarrar al toro por las astas, el gobierno ahora pretende que el balón de GLP baje algo de 5 soles, reduciendo costos en su envasado y distribución. Pudiendo tener un balón a menos de 20 soles, elegimos no fastidiar los intereses de los poderosos, y que todos los peruanos paguemos la factura.
Peor aún es la barbaridad que ha propuesto el congresista Víctor Isla, de envasar directamente en los grifos balones domésticos de GLP total o parcialmente, arriesgando la vida y seguridad de la gente.
Todo con tal de no tocar a Pluspetrol y al mismo tiempo hacer OK en la Hoja de Ruta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario