domingo, 13 de enero de 2013

El Congreso y el modelo

Qué triste que más importante que el debate del presupuesto público en el Congreso, haya sido el propio salario de los congresistas. La gente, desde el gerente de un banco hasta el guardián de un edificio, sabía que los parlamentarios se estaban doblando la remuneración. En cambio muy pocos son los que se enteran que el presupuesto 2013, así como todos los anteriores, se aprobó en el Parlamento Nacional en noviembre pasado (en realidad poco se puede hacer con el presupuesto allí, ya que todo lo define el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), con eso de que el Congreso no tiene iniciativa de gasto, según la Constitución fujimorista de 1993.Entonces, ¿para qué sirve un Congreso como el que tenemos si hasta los cambios en la legislación tributaria del 2012 fueron hechos por el Ejecutivo vía Decreto Legislativo?
Lo tributario y fiscal, que hace siglos hiciera que se creara la institución de representación ciudadana en Inglaterra, son los temas que el Congreso peruano o no discute, o no tiene la capacidad de encarar.
Pero no se trata de elegir mejor. Lo que pasa es que el modelo económico neoliberal requiere precisamente de Congresos endebles, raquíticos, que no discutan, que no hagan política, sino politiquería; mientras que la tecnocracia maneja desde el Poder Ejecutivo todo el país.
Un Congreso que represente bien, sería el peor obstáculo para mantener el modelo neoliberal. Por eso a los Castilla y compañía, les es funcional un Congreso mediocre.
¿Quién fue el presidente de la Comisión de Presupuesto que aprobó sin chistar la propuesta del MEF para el 2013? El oficialista Josué Gutiérrez, que estaba con tremendo roche por haber acompañado a Alexis Humala en el famoso viaje a Rusia. Ese era el perfil ideal que necesitaba Castilla para que pase sin problemas su propuesta que prioriza el superávit antes que los derechos de la población.
Un Congreso que realmente represente la correlación de fuerzas que se impuso el 5 de junio del 2011, discutiría cosas como:

1. La denuncia del CIADI y los tratados bilaterales de protección de inversiones (TBI) que mantenemos con varios países de donde provienen los grandes capitales que se enriquecen en el Perú. Por ejemplo, Telefónica. Con España tenemos un TBI y por eso se amenaza al gobierno con una demanda internacional si no se renueva su concesión o se le cobra lo que debe a la Sunat.

2. El régimen de los recursos naturales en el país, buscando modificar el artículo 66 de la Constitución, que señala que los concesionarios de dichos recursos tienen derechos reales sobre ellos.

3. El fin del rol subsidiario del Estado, para que las empresas estatales estratégicas (las existentes y las que vengan) puedan ser fortalecidas en serio.

4. Una reforma tributaria de verdad y la eliminación de los candados constitucionales que impiden que el Congreso defina el presupuesto.

Eso y un largo etc. de reformas institucionales es lo que debe discutir el Congreso que merecemos. Pero mientras el modelo económico que genera extrema riqueza en la minoría siga vigente, tendremos este modelo congresal inútil y mediocre.

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